Mi grado

GRADUACIÓN

Esa es la vida avanzando permanentemente a la madurez, libertad y felicidad. Hoy una etapa que muere en el ocaso, otra que nace al amanecer. Hoy mi etapa de estudiante toma de la mano la nostalgia para andar como profesional con un horizonte cargado de tantos sueños que a cualquiera le germina la esperanza. Caminamos hacia la evolución del ser. Por esto hoy enciendo en mi vida una antorcha con nuevas capacidades para iluminar senderos de nuevas responsabilidades.

Finalizó el tiempo en que culpaba al maestro de mis errores o la nota que a veces era inversamente proporcional a mi conocimiento. El tiempo en que el dinero de fotocopias se derramaba en cerveza. Finalizó el tiempo en el que practicaba fútbol, pesas, asistía a debates, pertenecía a un grupo de trabajo veía siete materias y reprobaba tres. O el tiempo en que me sobraba tanto que me sentaba en el prado a "chiflar primíparos". Finalizó la angustia de papá y mamá: qué será que mi muchacho tanto que estudia y nada que se gradúa?, esa intranquila frase que si no se dijo, muchas veces se pensó.

Es hora de valorar mi talento para actuar en consecuencia con él. Que no me enceguezca el orgullo, pero que tampoco olvide lo valioso que soy, pues quien mendiga se le da limosna sin importar siquiera el traje que lleve puesto, más sin embargo, quien construye el castillo se le concede la princesa.

Ya no tengo la gracia del niño, pero hace tiempo dejé atrás su fragilidad. No tengo su inocencia pero carezco de su entendible egoísmo. No se moldea tan fácil mi carácter, sino por contrario señalo el norte a quien viene detrás de mí. Ya no soy el espontáneo blanco de afectos, sin embargo, tengo el privilegio de dirigir mi amor a voluntad.

Las preguntas son cada vez más intrincadas y las alternativas confusamente se multiplican, congruentes con mí cada vez más aguda visión de la vida.

Pero definitivamente hay un guía interior gritando a toda voz el camino correcto, el camino a mi realización:

Que seamos una inversión social y no un gasto social. Porque en algún lugar de Colombia alguien dejó de recibir un lápiz una vacuna y un pan, apoyando la educación pública, porque cree que yo mañana construiré una escuela adecuaré un hospital y le sembraré un campo de trigo para su gente.

Que entendamos, que este país no necesita un héroe salvador, sino que entre todos, hagamos una labor heroica. Porque no puedo ni debo hacer el trabajo de muchos, solo debo aprender a persuadir que cada uno haga su pequeño pero gran trabajo.

Que sea más importante el ser más querido, que el ser más destacado.

Que ejerzamos una carrera no tanto para el demostrar, sino para el servicio, porque vale más una moneda de agradecimiento que una moneda de oro y es que no se ve pero se siente; y no para ganarnos la venia de la filantropía, sino para degustar el verdadero sabor a la vida.

Que crezcamos en disciplina y responsabilidad para construir cada día un mejor país, pero que tengamos la humildad y voluntad para fabricarle la cometa a un niño.

Que brindemos toda la atención a nuestra profesión, pero que no olvidemos jamas, llevar un ramo de rosas a casa.

Que la comunicación con el mundo me permita estar a la vanguardia, pero que no falte nunca una llamada a papá y a mamá.

Que comprendamos el libro más erudito, pero que siempre esté dispuesto a leer Pinocho o El Rin Rin Renacuajo a mi pequeño hijo.

Que alberguemos en nosotros constantemente un espacio para la emotividad, porque sin ella el éxito sabe a fracaso.

También es el espacio para brindar un pequeño homenaje a toda la familia que conforma la UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA. Esa querida universidad que me regaló más de lo que merecía y mucho más de lo he podido asimilar. No fue perfecta, sin embargo tuvo menos desaciertos que yo; e indiscutiblemente ha sido de mis mejores alianzas y ha hecho una de sus mejores obras, porque ahora somos mejores personas, más capaces y útiles que cuando aún el aroma a bachiller flotaba en nuestra aula de clase.

Es cierto que la inconformidad en ocasiones merodea a los diplomas. Se habría podido aprender aun más, se habría podido dar mucho más. Pero igual, se hubiera podido dar menos. Se es ignorante si miramos hacia arriba. Se es ilustrado si miramos hacia abajo. Depende con quien nos comparemos. Solo son posiciones relativas. Ahora el aprendizaje del pasado es corregir los desaciertos y perfeccionar los éxitos.

Llegó la hora para que entonen las gaitas escocesas su melodía épica. Para que el orgullo nos sirva de doncella y dancemos al compás de las notas. Para caminar con paso firme, la mirada alta, el brillo en los ojos. Llegó el momento de las celebraciones.

Pero repartamos el botín como es justo. A nosotros nos corresponde el agradecimiento, a la Universidad a papá y a mamá, quienes velaron con paciencia nuestra travesía, aprópiense del orgullo que tanto lo merecen.

A todos y a Dios GRACIAS.